Grrr...

martes, 22 de febrero de 2011

Ahora me llamo Junio

Porque en junio fui suya por primera vez. Y al otro Junio terminamos. Al siguiente éramos sólo dos extraños.
Este Junio espero que estés cerca.
Tengo ganas de besarte.

lunes, 21 de febrero de 2011

El viernes vi a Luis. No le había visto el rostro desde Noviembre.
Se veía hermoso. Un poco mas delgado y definitivamente, la nueva novia le sienta bien. Se le vió feliz y lo envidié porque yo no lo estoy.
Sólo pude embobarme en el rosa de sus labios, recordando las tardes de moteles y el fin de semana en la playa. Los mil mensajes en mi celular y los besos junto a la  boca.
Él seguramente pensó qué demonios me veía, porque sé que ya no le parezco hermosa.

Como si de verdad lo fuera.

domingo, 20 de febrero de 2011

Últimamente ando muy cachonda, muy guapa. Ando con ganas de estrenarme a Francisco, y queriendo probar de nuevo a Jerry, recordando a José y ni hablar de Armando.
Tengo mucho tiempo sin probar a un hombre.
Con amor, claro.

jueves, 17 de febrero de 2011

De Moza a Musa

Sigo con la historia de jota, esta vez sin detalles de sexo.
A jota lo amé. Se hizo dueño de mi vida. Era ese tipo de niños que te regalan sonrisas gratuitas, te llevan a la luna y te dejan caer amorosamente.
Me amaba, y yo le amaba a él. No había día en el que los besos no supieran a cielo, y en el que yo no quisiera darle todas mis nubes.
Nunca hicimos el amor con velas y pétalos de rosa. A mí me habría gustado, por supuesto, pero nunca tuvimos la  oportunidad y tampoco se nos ocurrió. Estábamos demasiado ocupados aprendiendo a crecer, a escuchar, y a ser mejores personas.
Él me enseñó la diferencia entre mentir y manipular, me enseñó que no siempre hablando las cosas se arreglan, sino que callar con un beso basta. Me enseñó a mentirle a mis padres para verle por más tiempo, y me hacía sentir grande.
Pero luego llegó ella... Llegó D... llamémosle Daniela. Daniela era para mí la mayor de las zorras, la peor. Con su estatura bajita, su cabello alisado, y su nariz torcida, yo la odiaba. Y eso que vivía en otra ciudad. En la ciudad a la que jota se iba cada cuatro meses, porque vivía conmigo en clases, y en vacaciones se iba.
Ella se le fue enredando, y después de cinco meses, lo fui perdiendo. O él me fue perdiendo a mí. Hacía lo imposible por mi perdón, y yo caía con sus dientes largos tan perfectamente ubicados. Pero cuando se iba, el infierno se hacía carnaval de vacaciones, y empezaron las peleas.
Ya a las terceras vacaciones tuvimos la última discusión. Ya cansados y sin ganas. Y tuve el valor para dejarlo. Pensé que volveríamos cuando el volviera, pero cuando volvió, ya estaba teniendo una relación a larga distancia con ella. La odiaba tanto...

Pero luego me enteré que ellos se conocían de antes, que tenían algo de antes, y que, sin querer, yo me metí ahí. Yo era la Daniela, y Daniela era la Luna de jota. Me odié, y lo odié a él por mentirme.

Pero lo seguí amando. Y a ella la seguí odiando.

Me dí cuenta que para él enseñarme a manipular y a mentir, tenía que ser un artista en ello. Y lo era, el muy maldito lo era.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Vino después Jota

Para no hablar tan de frente- con el computador, por supuesto- Jota se llama simplemente Jota.
Fué mi cuarto novio, mi segunda experiencia, y mi primer amor. Ojalá hubiera sido mi primera vez, pero de esa ya les conté de horrible.
Con Jota la primera vez no fue buena. Aún no éramos novios cuando tuvimos sexo por primera y última vez, porque las doscientas veces siguientes fueron amor.
Pero qué mas da. La primera vez fue sexo.
Y yo lo deseaba. No sé porqué, pero Jota me despertaba ganas hasta entonces escondidas.
Cuando, sin planear, empezó el juego de posiciones, a mí no me gustó. Tenía problemas para ubicarse dentro, y me dolió siendo yo tan virgen como Madonna.
No fingí orgasmo, porque aún no sabía qué era eso, mucho menos fingirlo. Pero fingí que me gustaba. Ya sabes... un gemido por aquí, un suspiro por allá, y apretar las uñas en sus hombros.
-¿te gusta?

Por dentro me reía, porque no me gustaba para nada... pero bueno... se estaba esforzando, y sabía que podría, con mi poca experiencia, entrenarlo cual perro sin modales.

Después de dos intentos en menos de treinta días, lo amarré y era mi novio. Me enamoró el cabrón. Pero ja!! le enseñé lo que era el punto G, y a cambio, el me enseñó a gritar como una loba. Mas bien a aguantarme los gritos, porque en mi casa no podíamos darnos el lujo de gritar como fieras.

Ya después les contaré de Jota. Lo amé. Es importante.
Tuvimos una relación de trece meses que me marcaron hasta el alma. Tuvimos correspondecia de cartas y todo. Tuvimos cenas románticas y salidas a la playa de noche.

Y tuvimos sexo en el coliseo de su Universidad, en una ópera y en un cuarto de salvavidas del club Playa.

Lo demás... son detalles que no alcanzan en una sola entrada.

domingo, 13 de febrero de 2011

La primera vez me dio asco

Perdí mi virginidad a los quince años con mi novio. Enamorada no estaba, pero pensaba yo que sí.
Estábamos solos en la casa de su tía, que estaba a punto de mudarse, y me había pedido que le ayudara a empacar algunas cosas.
Él no era virgen. Habíamos hablado de eso después de que me tocara los senos un par de veces.
Yo no era una santa, pero lo era un poquito. Porque a mis quince años, ya él era el tercero en tocar mi cuerpo.

No me malentiendan, yo no era ninguna zorra. Estaba siempre segura de quién quería que fuera mi primera vez, pero el hombre nunca llegaba. Hasta que llegó él, aunque no lo quería tanto... quería que fuera él.

Fue horrible. El me obligó a estar arriba, y yo quería estar abajo. Me miraba con morbo y no con amor, y mientras yo trataba de moverme con el dolor que sentía mientras él me partía en dos, él se limitaba a lanzarme besos desde la almohada. La verdad, sentí asco.
Y dolor.

Me jodí, pensaba. Porque no quería que las cosas sucedieran así. Hubiera sido mejor con otro que al menos me dejara en la posición que yo quería. Era mi primera vez después de todo, se supone que debía complacerme.
Mira que después de eso, él fue el mejor de los novios conmigo. Aunque me fue infiel un par de veces. Y yo en cambio, después de eso, lo fui queriendo menos. Pero tuvimos un par de encuentros luego de eso. Aprendí lo que era arañar una espalda y aprendí lo que era el sexo sin amor.

Fué ahí cuando el sexo me empezó a joder la vida. Y el placer me la empezó a alegrar.